Shedakteran Thoma:
Hasta hace unos meses, esa pesadilla persistía.
Yo sabía bien dónde encontrarte. Sabía que estabas en ese edificio, podía sentir tu escencia, esa que siempre escapó de mis manos. Sabía que podría ver tu rostro y tus ojos, esos ojos esquivos que se negaban a dirigir su iris carmesí contra los míos.
Muchas escaleras. Refleja mi pesadilla la bipolaridad de mi alma. Las escaleras son algo que le encantan a las personas bipolares me dijeron una vez, y mi subconsciente lo captó muy bien.
Gradas, escaleras, serpientes y dados. Un juego.
Yo era eso para tí, un juego. Y tú eras para mí esto: mi descenso al Maelström.
Termino de subir las gradas. Esa puerta grande, impenetrable y absurda se yergue frente a mi. No, ni siquiera tiene llave. Está abierta. siempre te dejé las puertas abiertas para tu regreso, así que supongo hiciste lo mismo por una sola vez en tu vida.
Aquí es donde la pesadilla comienza. Que cuando abro la puerta nunca estás. Está tu escencia, has estado aquí hace unos segundos... y luego te fuiste.
La pesadilla comenzaba ahi, pero no terminaba cuando yo despertaba. Despertaba y sólamente sabía que me dolía recorda todo eso que viví gracias a tí. El abandono, el reemplazo, el descenso, la caída, el golpe final y luego de todo eso... la recuperación.
Te agradezco en cierta forma todo eso... Sólo me hiciste una persona más fuerte. Sólo me hiciste darme cuenta que todos en éste mundo pueden fallarme, pero que solo yo estoy conmigo misma todo el tiempo y solo en mí puedo confiar.
¿Te acuerdas cuando te decía lo mucho que quería a Lyann y me decías que no creías en los amigos? Ahora soy yo la que no cree en nadie. Todos creen en mi y esperan que dé lo mejor, pero yo no espero que nadie dé una milésima por mi. No porque crea que no lo valgo, sé que valgo billón de miles al infinito y más allá.
Ya ves, mi ego no tiene límite. Y sin embargo tu sabías bien que mi mayor debilidad siempre fue el cariño. Que alguien me defendiera siempre fue lo que yo más quería. Puedo defenderme sola, pero cuando alguien me defiende... termina siendo una deidad celestial para mí.
Gracias por la pesadilla, Thoma.
No, más que eso.
Gracias por el despertad de esa pesadilla.